¿Qué es un ensayo?
Descubre a continuación un extracto de nuestro libro base en respuesta a la pregunta: ¿Qué es un ensayo? Aun cuando la definición del ensayo la encuentras solo en este libro, los siguientes párrafos son idóneos para que obtengas un panorama general satisfactorio. He aquí el extracto:
"Ahora bien, si al resultado de pensar por sí mismo se le llama ensayo, y si este medio implica posibilidades y actividades intelectuales de la más diversa índole, limitadas o inexistentes en otros géneros, ¿qué es, en definitiva, un ensayo?
En primer lugar, considérese que la mejor forma de responder a la pregunta anterior es a partir de una definición, a fin de eliminar la ambigüedad y reducir al mínimo posible la vaguedad que tanto caracterizan a otros tipos de respuestas. No obstante, definir un ensayo constituye un reto de tal grado que en su intento han fallado hasta ensayistas de renombre.
Por un lado, hay quienes explican que es una «ciencia», un «juicio» o una simple «opinión»; por el otro, no faltan quienes lo dan a entender como una «composición en prosa», una «forma poética», y hasta como el resultado de «cualquier forma de expresión». Por lo demás, únicamente algunas definiciones («la ciencia, menos la prueba explícita», «la poetización del saber», «el centauro de los géneros», entre otras) están por encima de las vagas explicaciones antes mencionadas, aun cuando solo se las pueda validar —a fin de elaborar una definición adecuada, como referentes incipientes de un punto de partida.
Pues, ¿cómo validar definiciones disímiles en género y en característica específica? O, ¿cómo determinar que un ensayista erró y otro acertó? ¿No será, más bien, que ninguno falló en definir correctamente una parte de ese todo al que se le conoce con el nombre de ensayo?
No obstante, el primer paso para resolver cualquier dificultad en torno a la definición de un ensayo, versa en entender qué es una definición o qué se espera de ella, más allá de este caso en particular.
De una definición, pues, se debe esperar: la clasificación de «un objeto, proceso o fenómeno como un todo», por género próximo y diferencia específica (características esenciales). El género próximo indica la clase a la que pertenece un objeto, y la diferencia específica los caracteres que lo distinguen del resto de objetos pertenecientes al mismo género. A fin de ilustrar este punto, basta hacer referencia a la definición de cualquier triángulo. De la definición de un triángulo, por tanto, se debe esperar su género próximo (figura geométrica) y su diferencia específica (tres lados y tres ángulos); dado que no pertenece a cualquier tipo de figura ni está constituido por un número ajeno a los tres ángulos. En consecuencia, un triángulo correctamente definido es «una figura geométrica constituida por tres lados y tres ángulos».
A un ensayo, sin embargo, no se le puede definir con la misma facilidad. Entre otras razones, porque sus «características esenciales» (género próximo y diferencia específica) no saltan a la mente como en el caso del triángulo, ni pueden ser percibidas con la inmediatez con que se presentan en una silla, mesa o banco. ¿Acaso alguien confunde un triángulo con un rectángulo o una silla con un banco? Las características esenciales de estos objetos se presentan a la mente con tal claridad, que X o Y formación lógica (relativa a una definición) no es un factor determinante para su distinción.
No obstante, para definir un ensayo no solamente es indispensable formación lógica, sino que debe contarse además con una mente lo suficientemente aguda. Esto para identificar el tipo de características que no se agotan en las peculiaridades de cada ensayo, y que no son propias de un contexto específico (literario, científico, filosófico, académico, periodístico, etcétera), sino que siempre están presentes. La importancia de tales características (esenciales, contrarias a las accidentales), por ende, se funda en que son las únicas válidas para elaborar una definición.
Ya como última salvedad: nótese que un ensayo es un todo, como cualquier otro objeto. Por consiguiente, «como un todo» no puede ser definido por referencia a alguna de sus partes. Si así fuese el caso, no habría diferencia sustancial entre un discapacitado mental que llama automóvil (un todo u objeto) a un timón, a una llanta o a cualquier otra parte de un auto, y alguien que elabora una definición a partir de «descubrimientos de tecnología avanzada o de última generación», en estrecha referencia o circunscribiéndose a la parte de un todo (el objeto, proceso o fenómeno a definir). El error, sin ironía, sería el mismo.
Ahora bien, ya con tales salvedades y dificultades en mente, ¿cuáles son las características esenciales de un ensayo? ¿Cuál es su género próximo y su diferencia específica? ¿Cuál es la mejor forma de clasificarlo dado el propósito implícito en cualquier definición?
Primeramente, en cuanto al género próximo de un ensayo, lo más inmediato, perceptible o identificable, tiende a ser lo que su origen etimológico indica, lo que algunos versados entienden, y lo que a partir de su calificación por antonomasia se ha aludido tanto sobre el mismo.
De acuerdo a su origen etimológico, el género próximo de un ensayo indica: un «acto de pesar», una «prueba» (probar la calidad de) o el «movimiento de algo» (mover para hacer salir algo de un interior). Por otro lado, respecto a lo que ensayistas de renombre tienden a entender, ensayo no es más que una «ciencia», «juicio», «composición en prosa» o «poetización del saber». Por último, según su calificación por antonomasia (en el sentido de característica principal), el ensayo pertenece a un «género libre», a uno «más libre», o a uno cuya «estructura es la más libre» (libérrima).
El género de un ensayo, sin embargo, va más allá de las aproximaciones manifiestas en el párrafo anterior, puesto que ninguna se refiere de forma completa a su género. Muestra de ello, es el proceso implícito en los Ensayos del padre del ensayo moderno: Michel de Montaigne, ¡el primer gran referente del género!
Montaigne, como nadie más, a principios del mundo moderno se atrevió a pensar sin desdeñar el placer; es decir, osó no flagelarse en nombre del ascetismo y rechazar cualesquiera modos áridos de pensar. De ahí que no sea de extrañar que bajo la exquisitez de su estilo se valiera de recursos diversos, tales como la ironía y el uso no habitual de vocablos (figuras literarias), a compás de su ritmo. ¿Lo hizo bien? ¡Juzgue usted mismo! Lo innegable es que consiguió a su modo, a su estilo y a su ritmo, pensar por sí mismo.
No obstante, aun cuando no todo gran ensayista ha seguido a Montaigne ni en modo, ni en estilo, ni en ritmo, definitivamente han marcado la pauta como pensadores por sí mismos. Pues este género no surgió ni se desarrolló como un medio que exige asociar o repetir ideas a fin de memorizarlas, ni como un medio con el que siempre se pretende comunicarlas, sino como un medio para pensar por uno mismo. He aquí, finalmente, el género expuesto.
Ahora bien, ¿qué otros objetos, fenómenos o procesos pertenecen al género? ¿Acaso se pueden discernir con la misma facilidad con la que un triángulo se distingue de un círculo, de un cuadrado o de un rectángulo? ¿Cuál es, pues, su diferencia específica?
Primeramente, nótese que así como un ensayo es un medio para pensar por uno mismo (su género), también lo es el método socrático, y algunos otros. Lo que distingue a un ensayo, sin embargo, es la amplitud de su carácter factible. En otras palabras, en un ensayo, como en ningún otro género, se puede hacer uso de recursos, actividades y/o posibilidades intelectuales de la más diversa índole: percepción, memoria, atención, lenguaje, imaginación, razón, entre otras potencias mentales, en casi cualesquiera modos de empleo (como modos o formas de conocer, retener información, poner atención, clasificar - conceptualizar - definir, interpretar, ilustrar - ejemplificar, entender - comprender, expresar, argumentar, etcétera).
Ello explica, por ende, por qué en algunos ensayos se ilustra algún punto a partir del uso de la imaginación, a fin de ejemplificar, por ejemplo. En otros se incorporan figuras literarias para que se comprenda más fácilmente un punto o para embellecer un texto. En otros más se acentúa considerablemente una forma de expresión, como el uso de la ironía en Montaigne, el uso sugestivo de las palabras en los ensayos posibilitados dentro del contexto periodístico, la utilización o descarte de formas artísticas, a partir del uso diverso de recursos mentales o posibilidades intelectuales.
No obstante, aun cuando un ensayista esté facultado para emplear toda una diversidad ilimitada de recursos (mentales, materiales o de cualquier otra índole), eso no implica que podrá hacer uso arbitrario de ellos. Puesto que para que un recurso sea válido será necesario que tenga sentido lógico, responda a dicho sentido o ayude al ensayista de alguna forma (como su medio de impulso o para ejemplificar un punto, entre otros). He aquí, ¡finalmente!, la fuente principal de tantas confusiones.
Ahora bien, el sentido lógico en mención o el uso de la lógica en un ensayo no debe tender a ser automatizado. Es decir, dado que «este género no tiene una estructura definida» (¿acaso es factible determinar de antemano que cualquier estructura es lógica?), «no tiene por qué ordenarse de acuerdo a una forma lógica específica» y, principalmente, no puede llamársele lógico a todo aquello nombrado como tal, no debe «asumirse» el empleo correcto de la lógica de forma automatizada en los enunciados de ningún ensayo. A lo sumo pueden reconocerse ciertas formas lógicas y luego utilizarse de modo automatizado. El uso de la lógica en la forma del ensayo, paradójicamente, ¡debe ser más riguroso!
Por otra parte, como última consideración previa a la definición de un ensayo, nótese que el uso ampliamente factible de recursos y/o actividades intelectuales en el mismo, tiene un propósito implícito en cualquier modo, estilo o ritmo específico de pensar.
Dicho propósito no es más que el aprovechamiento de las oportunidades que se posibilitan en un ensayo, con el fin de abrir el paso al potencial mental personal. La razón del propósito así expuesto, se basa en el hecho de que el ensayo no surgió ni se desarrolló como un medio cerrado, específico o limitado, en el que se desperdician las potencialidades de la mente (al reducir la tarea intelectual a resúmenes, por ejemplo), ni por el que se espera que todo estudiante se apasione o demuestre destrezas en las mismas actividades intelectuales (como cuando la actividad intelectual se reduce a una, por ejemplo). Por el contrario, es un medio abierto, inespecífico e ilimitado, a partir del cual tantísimos ensayistas han logrado abrirse paso y, consecuentemente, han aprovechado de mucha mejor forma su mente".
Este artículo, escrito por Daniel López Fetzer, catedrático universitario, es un extracto de su libro: Más allá de un quiz, mucho más que un paper... ¡Cómo hacer un ensayo!
Para más información, descubre qué es un ensayo a través de la obra de Montaigne, el padre del ensayo moderno.
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